En busca del tesoro

Después de dos largos y duros meses de campaña invernal, llegan por fin las tan ansiadas vacaciones. Con un mes y pico de ocio por delante llega el levantarse tarde y acostarse más tarde aun, llegan los tranquilos paseos por el puerto con la prensa bajo el brazo y el disfrutar de los vinos con las viejas glorias marineras en la taberna de “La viuda”, las largas siestas y las salidas nocturnas. Pero sobre todo llego el momento de saborear la mar de forma no profesional; soltar las amarras del “Novo Syl” y disfrutarlo en compañía de quien inspiro su nombre, mientras la marea pronuncia sin lengua una gramática de arena.
Así que bajando la tapa del ordenador, doy carpetazo a esta campaña y a la lectura digital por esa otra de papel que attrezzara esos momentos de gran tranquilidad en los que en cuya sonoridad, Dios sólo se atrevería a pisar descalzo.
A aquellos que soléis pasear por esta cubierta os dejo un "Hasta luego", no sin antes legaros los últimos escozores de aquel que se hace llamar Capitán Tormentas.

EN BUSCA DEL TESORO

A mí la verdad que esto del ultra feminismo integrista de género y genera me la trae al pairo y lo que digan estas imbecilas sobre el sexismo lingüístico y otros desatinos, tres cuartos de lo mismo. Lo que me jode, es que la caudilla de todas ellas, o sea la ministra de igualdad y el buen rollito, Bibiana Aido; esa que de trabajar en Hollywood con un poco de suerte solo conseguiría que en una película de Meryl Streep le diesen a regañadientes un papel de galán maduro por aquello de los trajes grises que se gasta. Y que pasara a los anales de la historia de la estupidez por lo de los miembros y las miembras, vuelva a ser titular en los periódicos. Porque en plena época de vacas flacas, y más cuando su comandante en jefe Mr. Been está reclamando austeridad en el “gasto público”, va la citada miembra del gobierno y destina una partida de 845.803 euros para estudios feministas de las mujeres y el género.

Estos presupuestos que fueron publicados la semana pasada en el BOE serán llevados a cabo por 22 investigadores, de los cuales 21 son mujeres, que serán pagados y pagadas por muchos de aquellos que hoy alargan las colas del INEM. Estos leuros se gastaran entre otras gilipolleces en la elaboración de un “Mapa de Inervación y Excitación Sexual en Clítoris y Labios Menores; aplicación en Genitoplastia”, asi como en el estudio de “Reparaciones europeas contemporáneas y memoria de la esclavitud: esclavas negro-africanas y españolas abolicionistas (Siglos XVI al XIX)”, o en el de "Ética, religión y normativa de género”.

Como con solo esto ya sería suficiente motivo como para coger el cachorrillo y liar una pajarraca como la de Puerto Hurraco, al menos aquellos que pagamos estas estupideces deberíamos exigir que una vez realizado dicho mapa lo saquen a la venta en los kioskos, o mejor aún, de regalo en un suplemento dominical con su correspondiente brújula pues a estas altura y peinando canas, uno ya no está por la espeleología aventurera.

Pero lo que más me jode de todo esto es que echen por tierra algo que me dijo una vez mi madre y que nunca olvidare “Non te preocupes rapaz, que hasta o mais parvo da co buraco

La risa del mar

No soy Camus, tendría que navegar varias vidas para acercarme remotamente a la sonoridad narrativa de sus letras. Pero si que podríamos acercar las aceras en estremecimientos del alma en la mar, en como sentimos ese brisa sobre la piel y en como sabemos arroparnos en esa soledad azul que acompaña al hombre de mar en cada singladura. La mar es una hechicera irresistible que te cautiva, te fascina, te vacía y termina por hacerte extraño a todo salvo a ella. Al igual que la mejor de las amantes, sus húmedas caricias hacen que el corazón de un hombre se disuelva como la sal anulando voluntades y promesas.
En la anterior entrada Ico dejo un comentario en el que decía comprender ese sentimiento de sentirse escindido que compartía Camus con sus lectores. Yo además de comprenderlo, lo siento muy adentro; como esa fría humedad de las madrugadas portuarias que una vez metida bajo la dermis solo una larga ducha caliente es capaz de quitártela. Siento al igual que él en lo más profundo de mi alma, que mi vida esta escindida del pensar común y de la aparente normalidad que cualquiera pueda llevar en tierra.
Esta escisión voluntaria creo que es fruto de esa liquida morriña azul. Esa que hace que necesite embriagarme de horizontes limpios y de volver a saturarme de la riquísima coloración del mar. Pero sobre todo que necesite sus noches; esas noches tranquilas y serenas, noches que arrastran en su sombra luces rojizas con cielos engalanados de collares de perlas centelleantes tejidas sobre su vaporeo vestido azul. Necesito de forma imperativa apoyarme en la regala, mirar hacia popa, y contemplar ese burbujeo de fuego en la estela como si de un sendero de luz hecho con polvo de las mismísimas estrellas se tratase. Necesito escuchar a babor y a estribor en la noche, esas voces apagadas que hablan, o esas otras que cantan o parecen llorar; esas voces que llegan traídas por la calma de la noche desde las profundidades infinitas de la mar.
Ese sentir es lo que pone en tu boca esa sonrisa idiota cuando por ella eres abrazado.
Como decía el poeta Antonio Machado…

El mar hierve y canta…
El mar es un sueño sonoro.
El mar hierve y ríe
Con olas azules y espumas de leche y plata,
El mar hierve y ríe
Bajo el cielo azul.
El mar lactescente,
El mar rutilante
Que ríe en sus liras de plata sus risas azules…
¡Hierve y ríe el mar!

LEYENDO MAR (Las noches en la mar) 1

Dedicado a la intrépida bucanera que recien ascendida a Capitana de su alma, ha arriado su Jolly Roger y dice llamarse Mar.


Maravillosa noche sobre el atlántico. Esta hora que va desde el sol ya oculto a la luna que apenas acaba de salir, del oeste todavía luminoso al este ya oscuro. Sí, he amado mucho el mar –esta inmensidad calma – estas estelas cubiertas – estas sendas liquidas. Por primera vez un horizonte a la medida de una respiración de hombre, un espacio tan grande como su audacia. Siempre me he sentido escindido entre mi apetito de seres, la vanidad de la agitación y el deseo de igualarme a estos mares de olvido, a estos silencios desmesurados que son como el hechizo de la muerte. Me gustan las vanidades mundanas, mis semejantes, los rostros, pero junto a la vida mundana tengo una regla propia que es el mar y todo lo que en este mundo se le parece. Oh dulzura de las noches cuando todas las estrellas oscilan y deslizan por encima de los mástiles, y este silencio dentro de mí, este silencio al fin que me libera de todo.


Albert Camus   Diarios de Viaje, 1946

Ademas de...

Cualquiera puede celebrar hoy en día el aniversario de lo que le salga del mascaron de proa, hay 365 días al año para ello. Aunque cada vez sean menos, pues la peña anda por ahí trastornada buscando un día libre al que endiñársela, y más en estos tiempos en que no pasa un solo día sin que uno esté viviendo el día internacional de una noble causa o lúdico evento. Y con esto no quiero que penséis que el que suscribe este hasta el escroto del día conmemorativo: del soldadito humanitario que te cagas, el reivindicativo de: ninguna portera sin sus zapatillas de felpa o el solidario con el político huérfano de escaño. Habrá quien celebre con entusiasmo cualquier aniversario de estos y también habrá quien se los pasara directamente por la quilla. Cualquiera de las dos posturas es respetable según le amure a uno más o menos el viento.

Todo este rollo viene a cuento de la celebración del “día de los enamorados” y de una sobremesa de barco que tuve el otro día. Como siempre, tuve que escuchar el típico discurso de: que si estás enamorado San Valentín hay que celebrarlo a diario, que si yo para acordarme de Santa Barbará no necesito que llueva, etc. Y como siempre, mi contestación: que tendrán que ver las churras con las merinas.

Estoy totalmente de acuerdo con esas apreciaciones, y de que no es cuestión que cada 14 de febrero los enamorados se animen a decirse todas las mentiras piadosas o verdades inflamadas de pasión que sus corazones desean, o sus hormonas reclamen, que eso es labor del día a día. Pero puestos a celebrar gilipolleces como dije al principio, me gusta más y creo que a ella también, celebrar el día del amor. Y no el del amor fraterno, ni happy flower. Sino el día del amor entre dos, el romántico, el pasional y el hormonal. Me gusta recordarle y celebrar una vez al año, que sigo viviendo en esa glauca atmósfera azul desde aquella noche en la que su boca dio carpetazo a mis ojos. Y me gusta suscribirle con un regalo, una frase o un detalle, que ella es para mí la reina de mi universo al tiempo que se hizo entera dueña de ese corazón marinero que en su día supo conquistar. Y que a pesar de que a veces, y justamente en ese día nos separen miles de kilómetros o millas náuticas, quiero que sienta ese latir junto al suyo y sobre todo, ese… “no dejo de pensar en ti ni un solo instante” y menos en un día como hoy.

Creo que es bueno celebrar año a año, que aquello que empezó siendo una pasión no se deje convertir en un hábito hasta que el tiempo lo convierta en simple paternalismo. Todos sabemos que el transcurso de los años hace que el amor sea propenso a la fraternidad. Y al menos celebrando este día con el corazón, celebras también que en caso de que transcurrido el tiempo y si un día llegaras a engañar a tu churri o legitima con otra chica, este sea, por dios, un adulterio. Porque lo verdaderamente terrible en una pareja es que al cabo del tiempo, acostarte con ella puedas considerarlo un incesto.

Así que cada cual que se lama su ciruelo. Y como dije al principio, celebre lo que le salga del mascaron de proa. Yo seguiré celebrando este día, y de momento, te regalo “además de”… esa Samba para ti, -que uno es un romanticon muy clásico-.

Clonar a Willy

Un poco al carro de mi último post y dado que se otea ya San Valentín por la proa, he encontrado el regalo perfecto para las mujeres, novias o churris de los colegas de profesión. ¡Clone a Willy! Con este invento se acabaron por fin las interminables y austeras campañas de pesca en Las Malvinas, Canadá o Sudafrica. Por un módico precio, cuarenta y nueve leuros de nada, nuestras erizas pueden tener un clon perfecto del pene de su marino preferido. Siempre y cuando, eso sí, el original del susodicho sea digno merecedor de tal replica. En caso contrario, siempre podrán seguir usando el de su viejo amigo de instituto, antiguo novio, pizzero o repartidor de gaseosa al uso, como hasta ahora hicieron desde tiempos inmemorables.

Dicho kit de bricolaje peneano viene muy bien surtido, entre otras cosas trae un polvo especial para el modelado. Una silicona patentada (por sabe dios quien) con un suave y perfecto tacto a “piel liquida”. Un tubo de modelado y un tubo para moldear (que me expliquen la diferencia). Un termómetro (a mí esto me da un poco de yuyu, pues debe de ser para controlar bien la temperatura de la pasta en cuestión, no vaya a ser que nos pasemos y el original nos quede mayormente como un chorizo criollo pasado por el microondas). Por supuesto una unidad vibradora con sus correspondientes pilas “Duracell plus”que se incrustara dentro de la réplica –digo yo-, para comodidad posterior de las legitimas. Palito para remover el mejunje, y unas instrucciones en coreano muy fáciles de seguir.

Una de las características del kit que a mí me ha dejado más pensativo, es la de: “proceso divertido”. ¿Para quién?, me pregunto. Porque puñetera la gracia -que a mí al menos- me haría tener la piroliña recubierta de un liquido tipo caucho hirviente con una cánula en la punta -me imagino para no atascar el orificio meatorio-, no vaya a ser que por encima de desgraciarla para su uso más placentero, no podamos ni siquiera mear después, por obturación del desagüe. Ah! Y se me olvidaba. Para aquellas que les guste el loock dicharachero discotequero lo tenéis en fosforito, pues no hay nada mejor que una miembro viril bien iluminado. ¿A que si?

Pero bueno quitándole alguno de esos pequeños inconvenientes de montaje, yo creo que merece la pena el regalo. Al menos siempre será más barato que los papeles del divorcio, o en el peor de los casos seguir manteniendo con el esfuerzo pesquero unos pitones dignos de un miura de feria.

Follamos poco y mal


Cambiando un poco el color negro y gris de mis últimos post y aprovechando un poco este sol invernal que no solamente te caldea el ánimo, sino también el alma y algo más, me gustaría comentar una noticia que recorre los últimos telediarios y tabernas de este país… “Los españoles follamos poco y mal”.

Lo dicen las encuestas eh!, que no me lo invento yo. Aunque a mí me gustaría saber a quién coño le hacen tales sondeos, pues siempre hablan de un montón de miles de encuestados y a mí personalmente nunca me entrevisto nadie para entrar dentro de estos recuentos, aunque según ellos estos están avalados por las “sinceras” respuestas de 18.000 hombres y mujeres en edad de merecer, o séase entre los 16 y 55 años.

Dichas estadísticas están hechas por una conocida marca de condones y nos hacen ver con los números que el tan afamado latín lover es cada vez menos latín, y menos lover, deportándolo a los puestos de la cola en cuestiones del fornicio; exactamente el decimonoveno de veintisiete. Según la conocida marca nosotros solamente le andamos en las muelas a la legítima o no tan legítima, noventa días al año, frente a los ciento veintidós de los rusos, -y no es por el frio, que este invierno hizo un pelete del carajo y no aumento la estadística-. Aunque los Ivanov que no se echen muchas flores que ahí están los hijos del Tío Sam para declárales la guerra caliente, ya que estos los superan con ciento treinta y dos polvos anuales. Personalmente estos dos me la cuelgan pues me pillan muy lejos. A mí lo que más me jode es que nos superen los gabachos con ciento veintiún coitos anuales.

Pero la cosa no queda ahí a la hora de suspendernos en la asignatura más regalada del curso, ¡no! Los gabachos además de follar mucho y bien tienen una media de cambio de pareja de diecisiete personas diferentes frente a los españolitos que se conforman con cinco amantes solamente en toda su biografía.

Aunque; no os hagáis el harakiri colegas, porque eso sí, somos los que más hablamos con nuestras parejas de sexo. Lo que viene a ser lo mismo… todo se nos va por la lengua.

Así que si somos los primeros en el uso del motor auxiliar ya que al principal le faltan caballos, vayámonos poniendo las pilas y llevemos a la práctica aquello que dijo una mujer una vez –Querido, a mí me gusta que en la cama, los hombres me hagan con la boca todas aquellas cosas que no se atreverían a deletrear-. Lo malo, y eso lo he comprobado personalmente. Que por muchas milongas que le cuentes a una mujer que aparentemente te escucha absorta, lo que en verdad desea es que esa espiritualidad literaria acabe en un carnal beso con lengua.

Pero digo yo… si queremos igualdad de géneros, repartámonos las hostias también, ¿no? Pues si los españoles tenemos la libido baja y no damos el kilo, algo tendrán que ver en esto nuestras prójimas. Lo que quiero decir, es que por poner un ejemplo: hoy en día te sientas en una terracita a tomarte un café y ya de paso a contemplar paisaje. Y en pocos minutos ante ti se produce un desfile pertinaz de féminas en pantalón pirata, chanclas, lorzas al aire y camisetas sudadas, y si vuelves la cabeza a la mesa de al lado observas como la Vanesa de turno se sienta despatarrada con el tatuaje en la teta y el piercing en el ombligo en actitud desafiante, -que no es lo mismo que provocante-. Nada que ver con el suave contonear de aquellas hembras memorables provocado por la mezcolanza de tacones, medias, faldas ajustadas y astutas curvas. Y si solo fuera cosa del indumento o de esa manía que hay ahora entre las mujeres de vestirse con prendas que les caen como una patada en la bisectriz, todavía. Pero lo malo son las formas, si las formas. No sé si en algunas cosas yo seré muy clásico, pero que una mujer que acabas de conocer en una noche de copas, a la tercera te pregunte ¿dónde vamos a follar cariño?, además de ser una ordinariez es una falta de respeto, al menos con este que suscribe, a pesar de ser un tipo que tiene la certeza que si hiciera un resumen de los párrafos vividos con algunas mujeres, tranquilamente podría hacerse un relato decente, y si de ellos escogiera solamente los aspectos sexuales mas sórdidos, estoy seguro que cualquier editorial no tendría problema para publicarme un tratado de jardinería. Y ahora… que me echen los perros.

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