Raices de mar

Aprovechando la semana del libro, hoy me gustaría explicarle a vuesas mercedes cuales son en parte las raíces de mi amor al mar...Alguno pensara que viene de casta, equivocándose al ciento, ¡Pardiez que no! Mi amor por la mar viene dado, por las mil y una vidas que tuve a lo largo de mi periplo mortal. Todo empezó un lejano día cuando conocí al terrible Long John Silver,que sentado al pie de mi cama con su viejo loro al hombro, me confiaba el mapa de la Isla del tesoro, al tiempo que rascando su ya desgastada pata de palo me hacia jurar bajo pena de vida que mis labios quedarían sellados y que no confiaría a nadie tal secreto. Después de Jack el largo y navegando hacia Guinea naufrague junto con el ilustre Crusoe en una isla desierta, allí conocí a Viernes y juntos aprendimos a sobrevivir de los frutos de la tierra y la mar, amándola un poco mas si cabe. También navegue eternas singladuras de muerte a bordo del Holandés errante escuchando aquellas tenebrosas palabras de... «¡Cuando todos los muertos resuciten, entonces yo me desvaneceré en la Nada!...Eterna aniquilación, acéptame contigo.». Recorrí Veinte mil leguas de viaje submarino a bordo del Nautilus junto al capitán Nemo y el arponero Ned Land admirando la belleza de los fondos oceánicos y de los animales que los habitan. Incluso trate de disuadir sobre la cubierta del Pequod, en medio de un fuerte temporal atravesando el cabo de Hornos, al capitán Ahab, para que desistiera de su absurda y obstinada persecución a la ballena blanca Moby Dick .
Surque los siete mares y me las tuve que ver cara a cara con el corsario Drake y John Hawkins en el estuario de Lisboa, comandando mi primera galera frente a los navíos de guerra del perro ingles. Herido y maltrecho arribe en Laredo a bordo del Trinidad Valencera después detener que picar cables, y con el mastelero roto navegar a rumbo de sur en franca retirada, dejando atrás los restos de una Armada Invencible, que por lo visto no era tal. Contemple atónito como Horacio Nelson sobre la toldilla de popa del Victory aniquilaba la escuadra franco-española en Trafalgar, gracias a la cobardía y traición de los franceses. Y también participe junto con mi amigo Fletcher Christian en el motín de La Bounty, acabando asi con la tiranía del capitán Bligh, volviendo yo mas tarde a puerto y dejándolos felices y comiendo perdices en la Isla Pitcair. Como podrán comprobar vuesas mercedes, un sinfín de aventuras juveniles que aun perduran hoy en dia gracias a hombres como el brigadier Gigante y su amigo Pecas con los cuales aprendo a marinar un navío de guerra del porte del Santísima Trinidad, o como mi querido amigo el Capitán Alatriste, con el que sigo repartiendo mandobles a la diestra y a la siniestra agarrados al estay de gavia, cada vez que nos encontramos frente por frente con el turco. Corsarios, piratas, bucaneros, capitanes de navío, arponeros, náufragos, sicarios y un sinfín de hombres de mar, llenaron la mente de este que suscribe para lo que acontecería después, y a lo largo de su vida; formándolo como marinero mucho antes de que pisara la cubierta de un barco por primera vez. Se que la vida real nada o poco tienen que ver con los libros de aventuras, pero en mi caso me ayudaron a ver la mar con otros ojos. Y a pesar de los 25 años que tengo encima amadrinando vientos, sigo viendo la mar con ojos soñadores, con esos mismos que tenia el jovencito Jim cuando embarco por primera vez junto a Jhon Silver el Largo en la búsqueda del tesoro. Y ahora me pregunto...¿Con que mirada miraran nuestros hijos el mundo cuando sean adultos?. Porque ellos...al menos la mayoría no leyeron un libro de estos en su vida...(de estos o ninguno). Las videoconsolas sustituyeron esta forma de diversión juvenil, el capitán Ahab fue jubilado y a cambio colocaron en su puesto a Sam, un mercenario musculoso que lleva a cuestas 90 kilos de metralla, incluidas armas biológicas y cuya única misión es no dejar títere con cabeza, sea humana o alienígena. El surcar los siete mares a bordo de un bergantín ya no se lleva. Ahora lo que se lleva es hacer el vándalo por el medio de una ciudad virtual a bordo de un coche o moto con cientos de caballos y cargándote todo transeúnte, policía o vieja que se te cruce en el camino. Personalmente no tengo nada en contra de estas nuevas formas de diversión juveniles (no vaya a ser que se les ocurra a mis hijos pasarme por la quilla, o darme cañon como mandan las ordenanzas), pero pienso que pueden ser compatibles ambas, y que nuestro deber como padres y educadores es inculcarles ese amor por un buen libro, ayudándoles asi a que sus mentes no se aletarguen, que no les den todo hecho, que imaginen, que sueñen, que naveguen por los siete mares y que crezcan ayudados por la personalidad de otros hombres. ¡Que lean coño...que lean!

Fredo

Publicado en Sextante el 4 de Mayo del 2007

La Muda

Como siempre hago cada noche una vez acabadas las faenas de pesca, cuando la tripulación descansa, el trabajo esta terminado y nada hay pendiente de hacer por ahí. Apago las luces del puente, pongo un poco de música y con mi café y mi cigarro dejo que mis pensamientos me lleven allá donde ellos quieran ir. Es mi mejor momento del día como ya escribí en alguna ocasión, los recuerdos se me hacen más nítidos y las reflexiones mas profundas. Ayer puse el CD “Grandes” de los mexicanos Mana y al tiempo que disfrutaba con el tema “El muelle de San Blas” mis pensamientos volaron hacia un personaje muy conocido y entrañable entre aquellos que navegamos en medio de esa marea humana que pulula por las entrañas de los tinglados portuarios. Una marea humana llena de personajes variopintos que hacen de los puertos su lugar de trabajo...marineros, guardianes, armadores, vendedores, escabicheros, pescantinas, guardia civiles, mecánicos, cantineros e incluso raterillos...todos ellos forman ese amplio abanico de fauna portuaria.Además de estos, hay otros personajes silenciosos que no ejercen ningún trabajo ni labor social, pero que forman parte de esa fotografía, que por lo que escucho en esa canción de Mana, se repiten y clonan en otros muelles y puertos del mundo.Son ciudadanos que por diferentes circunstancias, se alejaron del sistema o no fueron capaces de integrarse en el. Personajes la mayor parte de las veces ricos en historias y experiencias, pero olvidados por una sociedad tremendamente egoísta e hipócrita que cree lavar su conciencia depositando unas monedas en esa mano temblorosa que las solicita, o dejándolas en el cepillo de la iglesia los domingos creyendo absurdamente que iran a parar a las hermanitas de la caridad y de allí aquien mas lo necesite.O sea; esos personajes silenciosos que ahora llamamos indigentes, pues al llamarlos por su verdadero nombre: pobres, mendigos o vagabundos, parece que nos remueve mas la conciencia y eso no nos gusta.Uno de esos ciudadanos que desde hace muchos años me encuentro en mis madrugadas de descarga es “La Muda”, omito el porque de ese apodo...creo que es obvio. La muda es una mujer de la cual se desconoce su edad y su verdadera historia. Una mujer delgada, con unos preciosos ojos claros de triste mirar, una mujer ajada por una vida que debió de ser terriblemente dura y que fue dejando marcadas en su piel una a una las frías madrugadas del puerto. Su labor es pedir...pero hasta en el pedir hay que tener dignidad, y ella la tiene. Ella se acerca y te observa mientras descargas, -lógicamente- sin decir nada, y tu le dices -¿Queresun peixe muda?- a lo cual ella asienta con la cabeza, se lo das, lo coge, y después de agradecértelo con una leve inclinación de la misma,se va. Nada más. No estorba, no da la lata, no insiste; a diferencia de otros personajes que si lo hacen, si dan la lata, si estorban y...si“exigen”, como pueden ser: carabineros, guardamuelles, guardiasportuarios y demás aves carroñeras que acechan las descargas y a los cuales les importa un carajo el sufrimiento o trabajo que ese pescado,cartón de tabaco o botella de güisqui suponga para el marinero. Pero volviendo al hilo del relato, y el porque la canción de Mana me hizo pensar en esta mujer...Es su historia. Una historia que como todas las que circulan por el puerto, no se sabe cuanto tienen de historia y cuanto de realidad. Se cuentan dos versiones sobre su vida...la una es la de una antigua prostituta, versión que no me cuadra con la dulce tristeza de sus ojos.Y la otra es la historia de un amor, o mejor dicho...un desamor. Es la historia de un corazón roto, de una triste madrugada de despedida empapada en llanto como dice la canción, de interminables esperas a un hombre que jamás volvería, que se alejo para siempre de su vida tras la difusa luz verde del faro que señala la entrada al puerto. Una historia de una vida de soledad que tan acertadamente resume en una única palabrala letra de Mana: “SOLA”.Yo no se si será cierta o no, pero... a mi personalmente, -tal vez, por mi puntillo romántico-, me gusta creer e imaginar que así fue. Aquel que se te ha ido “Muda”no volverá, pero los que si volverán como las mareas son esos otros hombres que te respetan, aprecian y ayudan. Hombres que te ganaste con silencios y con miradas tristes. Hasta que al final, un mal día...seas tu la que ya no vuelva, haciendo si cabe, un poco mas frías esas madrugadas de descarga. Y entonces...espero que alguno de esos hombres se acuerde de ti, y te lleve allí donde estés, una rosa de amor marinero. Una rosa que esperaste durante tantos y tantos amaneceres...y que nunca, llego.

Fredo

Publicado en Sextante el 16 de Febrero del 2007

No da para mas... II



En la literatura o en la palabra escrita que aparentemente es lo mismo, suele pasar que la pluma si no tiene la suficiente habilidad para plasmar en el lienzo el color que se quiere transmitir, este se convierte a infinitos matices e interpretaciones, ya de por si ambiguos en la paleta de aquel que escribe. De ahí su magia a veces, y sus errores de interpretación las mas…. Y por lo que se ve este es mi caso.
Estoy recibiendo montones de mails de buenos amigos, preocupados por lo que parece ser, se interpreto en mi última entrada como un acabose o falta de inspiración para seguir escribiendo en este cuaderno de Bitácora.
Y me gustaría aclararos que no es así. Sigo escribiendo, no tan a menudo como antes, debido al nuevo compañero de atardeceres y preocupaciones que me absorbe todo el tiempo… y más; pero sigo escribiendo. Y como conté en esa última entrada cada uno tiene su método y su cilicio para esto de estilizar la mancha de tinta sobre el papel.
El mío como dije, pescador de mente y manos hechas de salitre, viento y trabajo duro, es escribir muchas y variopintas notas en otros tantos soportes, la mayoría de las cuales se pierden o en el mejor de los casos pasan a formar parte de esta abultada carpeta de borradores que se oculta en lo mas profundo del cajón de mi cuarto de derrota, hasta el día que peleen por salir y se hilen formando un pequeño conjunto de pensamientos que se me antoje conozcan los demás.
En ese ultimo escrito solamente quise reflejar las sensaciones que este viejo marino siente de cuando en vez frente a la pantalla de plasma, ese vacío para hilar palabras, que no pensamientos. Pues para mí lo difícil y arduo en el encaje de la escritura es crear la retórica o metáfora precisa que sitúe a quien lee en ese cuadro que esbozo y que refleja en ocasiones mi sentir, o mi recuerdo. Y no se trata de escribir un párrafo complejo, pues salvando las naturales excepciones, es probable que la mayoría de las veces estos se refieran a un texto mal escrito. Es como cuando calificamos de profundo un pensamiento que no pasa de ser confuso. La prepotencia literaria de aquellos que leen mucho suele ser muy propensa a descalificar textos sólo porque estos resultan accesibles a cualquiera, aunque también son abundantes aquellas personas que eligen lecturas de difícil comprensión porque creen que una biblioteca de obras ininteligibles favorece su prestigio y ego intelectual. Si he de ser sincero, personalmente nunca leo una novela en la que el final de un párrafo me deje la misma sensación de incertidumbre que si preparase una travesía al atlántico central con una carta del Mediterráneo. Mis exigencias literarias son fáciles de satisfacer. En realidad a una novela sólo le pido que el primer párrafo no acabe en la página veinte, que los personajes femeninos no tengan las tetas como las mias y que su lectura me deje al final la sensación casi alimenticia de haberme tragado algo cuyo placer no se pueda sustituir con cien gramos de embutido
No soporto leer novelas supuestamente complejas e intelectuales desde que me di cuenta de que cada vez que abría un libro de Savater o Maria Zambrano, me acordaba de dar de comer a mis perras o de cortar el césped.
Me decía una amiga en uno de estos correos, si había cambiado el placer de escribir por el de la lectura en exclusiva. Y no es exactamente eso; pero supongo que coincidiréis conmigo que una vez que se accede a este mundo de los spaces y blogs personales. Es mucho mas placentero que el teclear insomne, disfrutar con los mordientes e irreverentes textos de “Tío fétido”, las palabras escritas con carmín y lápiz de ojos de “Josune”, soñar despierto entre la música, la imagen y los versos de “Lluna”, volver a ser un niño con los cuentos de “Princesa”, reflexionar con las escogidas y hermosas líneas de “Morgane”, navegar febril con los enlaces de “Fénix, o sentarme a leer bellos relatos de vida tras la barra del bar, entre sorbos de un leche y leche con "Amelia"… por citar algunas de las buenas plumas amadrinadas a este blog (pues hay muchas mas…Evi, J.J, Tesa, Marina, Kaktus, Holliday…), los cuales, de puntillas a veces o como elefantes en una cacharrería otras, suelen entrar asiduamente a hurgar entre las hojas del cuaderno de Bitácora de este viejo pescador.
Gracias a todos, y por aqui sigo. Un saludiño desde esta hermosa tierra celta que en primavera...!Se sale!

Fredo
En Vigo a 20 de mayo del 2008

No da para mas



Hay amaneceres que te despiertas insomne, te sientas delante del ordenador... clap, clap, clap, y el texto sale solo. Tus pensamientos, reflexiones o imágenes se transmiten desde tu cerebro hasta tus dedos de forma automática e inconsciente, como un fluido que por gravedad busca su punto mas bajo. Otras veces simplemente te dedicas a transcribir y embellecer notas rápidas en una servilleta de papel, un espacio en blanco de un diario o el dorso de un recibo de banco, que te sirvieron en su momento de soporte para dibujar con palabras ese mundo que observas curioso a tu alrededor y que después te ayudara a elaborar un texto. Pero las mas, son aquellas en las que te sientas delante del ordenador con tu café humeante, enciendes un cigarrillo, y esa conexión entre tu cerebro y tus dedos se cortocircuita incesantemente, rotulando una y otra vez palabras desnudas, escritas con la absurda esperanza de que ellas solas cobren sentido en la fina hoja del plasma.
Mas tarde cuando relees lo escrito, te das cuenta que no hay nada en el por lo que merezca la pena que se enfríe el café, o que la incandescente brasa del cigarrillo deje de dibujar sinuantes volutas azules en el cenit de tu espíritu haciendo que todo lo que lees sea incluso mas mediocre que tu propio cadáver.
Hay formulas para escribir en cualquier tipo de estilo, hasta hay incluso manuales para escribirle cartas de amor a tu chica con una escritura ejemplar y automática, aunque estas arrastren en su lectura el soniquete de algo que lo mismo sirve para camelar a tu futura, que para encargar tornillos en una ferretería. Pero cualquier método o sistema es baldío si en tu cabeza no alumbra esa serena y reacia luz desigual, casi intestina, que cambia tu efervescente mirada del amanecer, en esos dulces y atónitos ojos glaucos del escéptico soñador insomne.
En la, a veces difícil tarea de convertir esa luz en literatura tiene mucho que ver la habilidad de cada cual para estirar la tinta sobre el papel. Esta se convierte en una mancha y sólo si se acierta a estilizarla surge el fluido del texto en cuya depuración sobreviene de tarde en tarde la magia de transmitir. ¿No es acaso la perfumada coloración homogénea de la cara de una mujer el resultado de haber sabido extender con las yemas de los dedos sobre su rostro lo que no eran más que cuatro pequeñas manchas de maquillaje en la nariz, en la frente y en los pómulos?

Y como por lo que se ve, hoy es un dia de esos. Aprovechare la sanguínea luz de este amanecer para leer lo que pueda de las muy buenas plumas amadrinadas a este blog, dejando que la Génova de mi imaginación sea acariciada por otros vientos distintos y mas calidos que las gélidas brisas atlánticas a las que esta acostumbrada a capear su trapo y a enfrentar su rostro.
De paso también saludar a todo aquel que se asome a este pequeño cuarto de derrota y lea curioso las páginas de su cuaderno de Bitácora. No da para mas esta breve estancia en tierra con motivo de una reparación, pues en apenas unas horas este que suscribe volverá a dejar por estribor la roja de la escollera poniendo rumbo a los atardeceres, y dejando una blanca estela de recuerdos sobre ese manto azul y liquido de la dueña de nuestra alma marinera. Y como reflejara el Diario de Navegación al acabar esta singladura: “Una vez libre de puntas, ponemos rumbo de oesnoroeste hacia los caladeros de pesca”.
Eso si... no sin antes haber dicho aquello de… ¡Arriad cabos chavales y que nuestra señora nos acompañe!... ¿Curiosa frase para un escéptico religioso, verdad?
Un saludiño.

Fredo
En Vigo a 10 de Abril del 2008


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Despedida


Viñeta modificada del personaje Corto Maltes (Hugo Pratt)

... HASTA LA VUELTA

Corazon de sal


Fuera en la calle, llueve y braman ariscos los vientos entablados del sudoeste en este gris y triste amanecer de semana. Eso y mas, hace que a este viejo bribón que suscribe le llueva el alma por dentro, Y como dulce y anhelado purgatorio cierre los ojos y los deje aullar en lo más profundo de su corazón, haciendo que este duela, como duele el corazón de un enamorado cuando comprende que ha de alejarse del ser que considera una parte de si mismo, como cuando el oro se destiñe de su brillo y el incomparable azul de la mar se convierte en el negro mas oscuro. Os aseguro que en esos tristes momentos, es cuando parece desplomarse el telón de nuestra vida, es cuando se pierden las imágenes de la palpitación eterna y la armonía diaria se diluye como sal en el agua.

Aunque uno sea optimista, -desde luego de forma moderada- gracias a los cuarenta y cinco años de mochila a hombros, y no al estilo de otros que lanzan chirimías sin medida, para después descabalgar el santo. Los mil problemas que van surgiendo en la vida como piedras de escollera que afloran con la bajamar, rozan una y otra vez las chapas del pantoque del alma, abriendo una vía de desazón y recuerdos en el más bragado y atrincherado de los corazones.

En días así, la morriña de los recuerdos abona la fertilidad poética de la memoria haciendo que de la marea a uno solo se le quede grabado el olor de las algas en la bajamar, al igual que de las postrimerías del último verano de la infancia uno solo suele recordar la bicicleta pinchada, las golondrinas abanicando los sepulcros y unas ajadas bragas en el tendal de las toallas. Tal vez sea por eso por lo que la mar se disfruta más cuando el transcurso del tiempo ha hecho irremisible su pérdida y podemos recordarla con una mezcla de exactitud y de leyenda, en esa delirante y mórbida distorsión que suelen causar la acetona y la fiebre en la siesta de los niños. No se trata de que haya olvidado como eran en mi vida la mar y los escollos, los amaneceres, los atardeceres y los hombres que llevan la piel tatuada con profundos surcos de vida. Sino de recordar que ya entonces tenía por costumbre sentarme frente a cualquier paisaje y cerrar los ojos para intentar redondear la realidad con la imaginación, como si el panorama no estuviese acabado sin las pinceladas con las que tantas veces suele la fantasía completar las nimias imperfecciones de la belleza.

Repaso viejas fotos de mi vida en la mar y la minuciosa realidad casi matemática de la fotografía merma la emoción de los recuerdos, su literatura y su leyenda, porque nada perjudica tanto el olor de las flores como saber de ellas la tumba, el estiércol y su precio. A lo mejor es que las cosas de la mar se recuerdan mejor cuando con el paso del tiempo se tiene más fresco su olvido.


Fredo
Vigo a 10 de Marzo del 2008


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Poli bueno... poli malo




Este miércoles apunto estuve de acabar con mis salpicados huesos en alguna húmeda y oscura jaula de los sótanos municipales. Y ahora pasados los días, ya con el cerebro refrigerado, hasta pienso que no me habría venido mal una pequeña dosis penitenciaria; pues aquellos que alardeamos de civismo, somos a menudo los primeros en pasarnos las normas ciudadanas por el escroto y hacer lo primero que nos sale del mascaron de proa.
Los hechos sucedieron la mañana del miércoles cuando después de dar tres vueltas a la manzana sin encontrar un sitio donde poder aparcar. Ya que ahora, debido a la “no” criticable moda edil de peatonalizar y humanizar el centro de nuestras urbes es más difícil localizar un rincón donde alojar la chatarra, que te toque el cupón de ciegos cuando tienes por costumbre el no comprarlo.
Pues eso... que cansado de dar vueltas opte por rellenar un hueco de esos adornados por la execrable señal de “Prohibido aparcar, excepto carga y descarga”. En esas estaba cuando atraco al lado mía un chispeante coche rojo y blanco con un altavoz en el techo, el cual confundí con uno de esos indigestos vehículos que usan estos días para hacer propaganda electoral. Y mientras hacia mi maniobra, observaba por el espejo retrovisor de la puerta, los brazeos constantes del acompañante del conductor. Que entendí rápidamente: no quería que aparcara allí.
Mire para el y apuntándolo con la punta de mi barbilla, le dije:
-¿Qué carallo queres?
-Que ahí no se puede aparcar-, me contesta el calvo que hacia las veces de copiloto.
Y ya un poco arto por las vueltas dadas y por esa desconfiada sensación que remolcamos los marinos en tierra, la conteste de ignominiosa manera, potenciando mis palabras con el dedo anular levantado:
-Anda e que te jodan, o sea que eu non podo aparcar e ti si. ¿Non listillo?
Me resulto peregrina la rápida reacción que tuvieron tanto el cómo el conductor -que por cierto era una mujer- al desabrocharse el cinturón sin mas preámbulos y bajarse del coche.
No sé si era exactamente por la protección que me ofrecía el interior del mío, pero puedo asegurar que en ese momento me sentía todo lo sereno que puede sentirse un hombre cuya conciencia haga de vientre con facilidad. Aunque esta tardo solo un segundo en irse al carajo; el mismo tiempo que tarde yo en darme cuenta que la susodicha pareja ataviaba uniforme de policía municipal.
-Bájese del vehiculo- me dijo con muy mala leche la fémina policía.
-¡Coño!, sodes vos... confundinvos con un coche de propajanda- fue mi ya desesperado alegato de descarga.
-Que se baje del vehiculo y ponga las manos sobre el capo- me requirió impaciente la señora vestida de hombre de Harrelson.
Y en aquel momento supongo que porque, que se sepa, en un naufragio nadie es alérgico a la madera, eche mano del calvo con cara de bonachón, aunque sin mucho convencimiento ya que había sido pillado cual niño con la mano en el monedero, y encima relamido de soberbia.
-Veña Jefe, ¿Imos faser dunha merda un drama?
-Pues si- dijo la alumna de Torquemada
-Pois a min no me da a jana de sair do coche- conteste yo airado
Y entonces, supongo que por aquello de: sabe más el diablo por viejo que por diablo, el abuelo municipal asumió su papel de poli bueno. Y mediando en el conflicto, fue apagando los ánimos de los unos y los otros, dejando que al final el altercado quedara en una simple amonestación. Eso si... con mucho pesar de la sabuesa.
Y con todo esto llego a una conclusión... A veces, es mas de sabios, en según que circunstancias; atracar la lengua al abrigo de donde sale la comida, que tenerla abarloada por donde entra... ¿Se entiende, no?



Fredo
En Vigo a 8 de Marzo del 2008






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