Nunca fui una persona dada a homenajes póstumos, ni milongas de ese tipo. Aquí estamos de paso, y cuando toca… a joderse! Es algo que nos queda muy claro a aquellos que alguna vez sentimos el fétido olor de la negra señora de la guadaña en nuestra nuca; en esas afortunadamente "contadas ocasiones”, en que la luz de la vida fue oscurecida por la cercana sombra de la muerte.
Por eso, en este escrito no quisiera recordar a esa quebradiza persona, ya que no deja de ser uno más entre muchos. Una víctima más de una generación que accedía por aquel entonces a las frágiles libertades de una democracia en pañales, agarrándose al engañoso madero de las drogas para sobrevivir el naufragio de su propia vida. Dejando transcurrir esta, en medio de un autentico frenesí y ansia por comerse las noches a bocados, al grito de maricon el ultimo.
Personalmente el pop español de los ochenta nunca fue una música que marcara en exceso mi melomanía, pues ya en esos años este que suscribe tenía unos gustos musicales un poco “raritos” e inclinaba ya mis gustos por todo aquello que salía de la factoría del jazz y sus variantes, teniendo entre mis preferidos músicos como: Billy Cobham, Stanley Clarke, Jaco Pastorius o el español Max Suñer. Pero eso sí, de toda aquella larga lista de músicos salidos de la movida que no me decían nada, siempre aparte de ese saco a gente como Santiago Auseron (Radio Futura), o Antonio Vega (Nacha Pop).
Pero como decía; este escrito no va dirigido al músico, sino a su música y lo que ella represento en mi vida y en la de varias generaciones. Cuando cantaba, (perdón, cuando susurraba), cincelaba las canciones quitando el sobrante y dejandolas perfectas. Haciéndonos sentir con su música un abrazo amadrinado a la presencia cálida y delegada de un amigo de noches de alcohol y porros. ¿Quién no vivió algún momento intenso de su vida arropado por las letras de unas canciones que nos transmitían al instante el latido de la experiencia intensa, el embeleso del descubrimiento exclusivo, la premura de vivir el momento, el carpe diem? Dicen que fue un cáncer de pulmón quien se lo llevo, pero creo que todos sabemos que no. Que quien de verdad le quito la vida, fue la puta heroína que cabalgo a sus anchas en aquellos años. La heroína y sus resultas… hepatitis C y Sida.
La música acaba de perder una de sus voces más intimas y verdaderas, es una pena.
Antonio Vega, hasta siempre
Como hablar, si cada parte de mi mente es tuya... (Antonio Vega y Amaral)... Para Sylvia
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Un adios sentido
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Reescribiendo sueños
UN CORREO PARA REFLEXIONAR
En la mar a 22 de Junio del 2007
Hace dos días que la ultima gaviota nos dejo.
Después de acompañarnos durante un par de horas, nos dedico un gesto de aburrimiento y dando media vuelta voló hacia el este dejándonos solos en medio de este gran azul. Siempre es ella la que nos dice el ultimo adios de la partida, siempre es ella el ultimo vinculo con tierra, y siempre es ella la que me llena el corazón de soledad.
Es duro, muy duro el día de la partida. Y no se por que extraña razón, ese día siempre amanece gris y lluvioso...será porque vivo en esta tierra celta y la mitad de los días del año son así, o será a lo mejor, porque el cielo refleja mi estado de animo así como la mar refleja el estado de animo del cielo. No lo se, supongo que mas bien será una puñetera casualidad, como casi siempre es aquello que creemos son signos del destino en nuestra vida.
Las despedidas empiezan con el amanecer; primero te despides de tus cosas, de tu hogar, de tus perros, de tus hijos y por ultimo ya traspasando el umbral de la puerta un sentido abrazo te despide de lo que mas quieres en este mundo. No me gustan las despedidas a pie de muelle...son demasiado tristes y demasiado largas...mas bien agónicas, diría yo.
Mas tarde y una vez dicha la palabra mágica ¡Arriad cabos!, mientras tu barco navega proa a las puestas de sol, coges tu móvil y aprovechando la cobertura te despides de amigos y gente querida por ti. Un..”Hasta la vuelta” es la ultima palabra que dices. No se porque esta despedida tiene para mi una menor carga de incertidumbre, que un “Adiós”, o un “Hasta siempre”, simples palabras dichas u oídas, pero son estas pequeñas cosas las que forman un todo en un día especialmente triste para el marino, costumbres que vas adquiriendo a lo largo de esta eterna mili, pero que alivian aunque sea en menor medida tu alma.
Esta marea que estoy empezando, no me encontraba con mucho animo de escribir mi ya acostumbrada entrada de los viernes, puesto que salí el miércoles y el cuerpo y la mente aun se están integrando en el entorno, pero ayer recibí un correo de una gran amiga...Bona, una loba solitaria como se define ella. En el me decía que si me había parado alguna vez a pensar lo que me pierdo pasando la mayor parte de mi vida en la mar. Reconoce que la mar me da muchas cosas, pero que la vida es mucho mas de lo que ella me da. Que hay infinidad de paisajes por descubrir, de gentes, de experiencias, y de sentimientos que me pierdo.
Y la verdad, no se que contestarle. Se que tiene razón, mucha razón. Pero cuanta gente hay que vive en tierra, y en su día a día dejan pasar la vida frente a sus ojos, sin prestarle la menor atención a esos paisajes, a esas gentes y a esos sentimientos que ella me describe. Lo único que le podría decir es que la mar para mi no es un sacrificio, es una necesidad. Son setenta días los que estoy en la mar y tan solo quince en tierra...Reconozco que muchas veces, me siento harto de todo esto y reflexiono seriamente sobre lo que me plantea mi amiga. Pero cuando estoy una temporada larga en dique seco...léanse un par de meses. La vida en tierra se me empieza a antojar caótica y estresante, mi sangre empieza a perder sal y mi cerebro se llena de cotidianidad aburrida. No son pocas las veces que me comparo con un rumiante. Mientras estoy en tierra como de la vida con avidez, para una vez en la mar rumiar y saborear todo aquello que vi y aprendí en mis días de descanso, disfrutándolo con la calma que me da la mar, saboreándolo...sintiéndolo de otra manera.
Soy gallego y fiel a mis ancestros. Y como tal le contestaría a mi amiga con otra pregunta. ¿Qué es lo que hace que un campesino manchego, prefiera vivir en medio de esas ocres y secas planicies?, ¿o un hijo del desierto ame ese inmenso mar de arena?.
Yo soy hijo de la mar y amo la mar, necesito sal en mis venas y que el seco y frío viento del norte consuman mi cigarrillo, mientras yo consumo pensamientos y recuerdos. Necesito la paz de sus amaneceres y sus atardeceres, la de sus noches de luna y la de sus días claros. Necesito esos cigarrillos apoyado en la regala del puente cuando toda mi tripulación duerme, tanto como los subidones de adrenalina en una noche de temporal. Y además como dijo ella acabando su correo...
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Y de postre?
En un post reciente comentaba la iniciativa del ayuntamiento de Gijon en alegrarnos las mañanas a los ciudadanos que en ella deambulamos llenándonos la ciudad con carteles, que a la vez que te daban los buenos días, te sacaban una sincera y maliciosa sonrisa.
Hoy, de vuelta en esta ciudad después de disfrutar de unas vacaciones, son sus hosteleros quienes me reciben con una grata sorpresa. Una proposición para este puente de Mayo que bien podría llegar a convertirse en atrayente slogan del principado… “Visite Asturias y será envuelto en chocolate y fresa”.
La oferta en cuestión consiste en incorporar al alojamiento un buen masaje ungido en aceite esencial de fresa y chocolate. Y puedo dar fe, pues lo he probado (aunque no en hoteles), que te quedas como “un rey en un cesto”.
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