Mujer de mar


Su madre ya se lo había avisado, -No salgas con ese chico, solo te traerá disgustos- pero ella...nada...ni caso...como casi siempre hacia de los consejos que le daba. Y al final se enamoro de aquel moreno correoso, duro como la piedra y con sabor a sal. Su felicidad era total, como la de cualquier mujer enamorada, solo tenia ojos para el...Pero esa dicha absoluta poco tiempo duraría...escasamente 15 días. Y ahora le tocaba pasar la amargura de su primera despedida. Hacia tiempo que sabía que lo tendría que compartir, el se lo había confesado un día: -Uxia tengo una amante a la cual le seré siempre fiel y de la que nunca podré separarme-, ella mirándolo asombrada, solo pudo preguntar con la voz rota -¿De que me hablas Sito?-, -De la mar Uxia, te hablo de la mar-. Suspiro aliviada, y mientras lo abrazaba; lo beso susurrándole al oído –Tonto, de tu mar nunca tendré celos-
Y ahora allí estaba...a pie de muelle, cruzando los brazos sobre su pecho, cerrando su abrigo y protegiendo su vientre que ya comenzaba a hincharse con la vida que llevaba dentro, mientras sus ojos no paraban de derramar lágrimas de dolor...Y sintió celos. Celos de esa mar que le llevaba a su hombre por primera vez, haciéndola sentir realmente sola por primera vez. Y también por primera vez, amigándose con su adversaria le suplicaba que se lo devolviera, no importaba lo que tardara...pero que se lo devolviera siempre. Y a esa primera vez le siguió otra y otra...y muchas otras mas. Y dos veces se le hincho el vientre y siempre las mismas lagrimas de dolor. Un dolor de partida, de soledad, de cama vacía. –Ya te acostumbraras hija-, le decían las otras mujeres que al igual que ella despedían a sus hombres sobre la piedra gris y húmeda del viejo muelle. Pero los años pasaron y ella nunca se acostumbro, deseaba hacerlo, pero ese dolor siempre aparecía un día antes de la marcha de su amor, nacía de lo más profundo de sus entrañas, creándole un nudo en las mismas que le impedían hacer nada, incluso el respirar. Pues era un dolor acompañado de miedo, de soledad y de incertidumbre. Un miedo que solo se interrumpía el día de su llegada, una soledad que finalizaba en ese abrazo de bienvenida a pie de muelle, y una incertidumbre que de repente se trastocaba en sueños, planes y proyectos después de una larga primera noche de amor a su llegada a tierra. Había algo que siempre le intrigaba en ese continuo alejarse y volverse a encontrar...Cuando su amor se iba, el cielo era gris, oscuro y frío como el orballo que mojaba su pelo mientras veía alejarse el barco más allá del faro verde. En cambio cuando el volvía ese mismo cielo brillaba radiante, limpio y despejado. Era tanta y tan repetida casualidad que llego a pensar que ese mismo cielo era fiel reflejo de su alma y de su corazón. Cuando el estaba fuera, todos esos sentimientos y colores extremos que experimentaba se transformaban en tonos pastel y en días monótonos. Se ocupaba de sus hijos, de la casa, los médicos, los bancos, los colegios. Mil y una preocupaciones cotidianas que la mantenían ocupada, pero nunca más de lo estrictamente necesario. Su corazón y su mente estaba muy lejos, tanto como ese horizonte a veces rojo, a veces gris, y que tanto le gustaba contemplar desde la ventana de su casa una vez los niños acostados, y era rodeada por el silencio y la paz.
Hasta que un día, mientras contemplaba ese horizonte y daba pequeños sorbos a una taza de te caliente, un escalofrió recorrió su espalda, la angustia el dolor y el miedo de la partida llenaron su alma sin explicación alguna. Se levanto y se dirigió a la habitación donde los niños descansaban. Había algo que le empujaba hacia allí, sin comprender el que, ni el porque. En el pasillo miro de soslayo el teléfono, -Que tonta eres Uxia, aun no te deshiciste de tus miedos- se decía. Abrió la puerta y sin hacer ruido se acurruco junto al pequeño que placidamente dormía. Le gustaba estar así, contemplar en la penumbra esa carita que era el vivo retrato de su padre, y con apenas un poquito de imaginación, ella conseguia que esos suaves rasgos se transformaran en las duras y afiladas facciones de su amado. No lo solía tocar pues nunca quería despertarlo, pero aquel día lo abrazo contra su pecho, necesitaba su calor, necesitaba esa parte de el muy cerca suya. Quiso dormirse pero no pudo, el frío en la espalda y el nudo en el estomago persistían inexplicablemente. Y recordó...Abrazada a ese niño recordó. Y esos recuerdos pasaron delante de ella como un tren sin parada, de una forma caótica, sin orden alguno, hasta que el sueño y el cansancio hicieron disminuir la marcha de ese tren. Y ahora si...Ahora lo veía a el clara y nítidamente. Veía la cara de bobo y la sonrisa que le quedo cuando una tarde en la que el entraba por la cocina le soltó a bocajarro ¡estoy embarazada!, cual disparo de amor directo al corazón. Y lo veía correr por el muelle, moreno fuerte, curtido por la mar y el sol a abrazarla cuando se entero que estaba embarazada por segunda vez. Imágenes que le llenaban el corazón de felicidad y dicha. Siempre lo recordaba asociado a sus pequeños pues ellos eran el fruto de su carne. Ellos tres eran su fuerza, su motor, su energía, ellos eran los que hacia justificar su existencia, ellos la hacían sentirse importante y necesaria...ellos la hacían sentirse madre, mujer y amante...ellos la hacían sentirse mundo...su mundo. Y en medio de esa somnolencia y ese duermevela las oscuras horas de la noche pasaron aliviando un poco ese escalofrió que seguía recorriendo su espalda. Hasta que...ring, ring, ring…el teléfono sonó machaconamente al fondo del pasillo.
Soltó el niño, se dio la vuelta y miro el reloj -¡Las cuatro de la mañana!, Nadie llama a las cuatro de la mañana- se dijo. Lo dejo sonar hasta que el silencio volvió a la casa –Alguien que se equivoco de numero, no pasa nada- pensó auto consolándose. Pero el creciente temblor de su cuerpo le decía lo contrario. Ring, ring, ring, ring...sonaba otra vez. Se levanto muy despacio y atravesó el pasillo, suplicaba a dios que ese teléfono dejara de sonar, que alguien se equivocara de número...Pero no...el agudo timbre insistía inmisericorde. Descolgó y con mano trémula acerco el auricular al oído.
-¿Uxia?-...El pánico la inundo como una ola fría al reconocer la voz del armador del “Vixiador III”.
-¿Si?- un si, gutural, interrogativo, cargado de hiel y dolor salio del fondo de su garganta sin ella quererlo. Solamente una frase pudo escuchar antes de que su espalda apoyada en la pared se deslizara dejándola sentada en el frío suelo al tiempo que el auricular caía sobre su regazo...
-El vixiador dio la vuelta debido a un golpe de mar-........
-¿Uxia sigues ahí?, le decía una voz ahora ya lejana y metálica.
Si...sigo aquí pensaba...o mejor dicho ¡No!. Su cuerpo seguía allí, pero su corazón y su alma se acababan de desfragmentar en mil y un trocitos, saliéndose de el y dejando apoyada en esa pared solamente materia y una mirada perdida en un profundo y oscuro abismo. Sin dolor, sin pensamientos, y sin ningún sentido que acompañara ese cuerpo, ahora ni tan siquiera una lagrima salía de el.
No sabía cuanto tiempo había pasado hasta que el sonido de la puerta le devolvió un poco a la realidad, solamente un poco...lo justo para escuchar esos golpes, puesto que esa realidad para ser captada necesitaba de un alma y la suya había sido brutalmente despedazada hacia rato ya. De repente todo su espacio tiempo se llenaba de voces, lagrimas y lamentos...era su familia. Sus padres, su hermana y su cuñado habían corrido a su casa nada mas enterarse de la noticia.
-¡Hay neniña, que será de ti ahora!-, sollozaba su madre al tiempo que la abrazaba,
-Y que mas da lo que será de mi sin el-... pensaba ella. Todo aquello que tenia sentido en su vida se había perdido a través de un auricular. Aquello que alejaba los miedos y la soledad se había quedado para siempre en esa mar, esa mar que ahora veía negra y tenebrosa a través de su ventana, una mar traidora, vengativa y celosa. Una mar que se llevaba precisamente a aquellos hombres que mas la amaban, como si de una mantis religiosa se tratara, primero los atraía, los seducía y después los mataba sin escrúpulos y sin el menor atisbo de compasión. Mar amante, mar seductora, mar de muerte. De veinte vidas solo cuatro dejo..Solo cuatro pensaba y ninguna era su amor, dos de cada diez...uno de cada cinco...y ninguno era su amor. Que podía esperar si ni un mísero cupón de los ciegos le había tocado nunca,ni tan siquiera una muñeca en una barraca de feria, estaba visto que la suerte nunca fue su aliada. Los informativos emitían continuas imágenes aéreas del naufragio, imágenes donde se veía solamente una pequeña parte de la proa del barco que se mecía suavemente ahora en un mar en calma. Diminutos pesqueros rastreando la zona y dejando estelas de amargura tras de si. Pero...!Nada!. Solamente tres cuerpos mas aparecieron en el interior del barco, pero ninguno era su Sito. Mejor así, para que quería su cuerpo, si su alma ya no estaba en el, aquella alma de hombre libre ya no moraba en el. Recordaba los versos del poeta...
”¡Hombre libre, tu siempre preferirás el mar! La mar es el espejo en que tu alma se mira, en su onda infinita eternamente gira, y tu espíritu sabe lo amargo saborear”.
Ese hombre que tanto disfrutaba con los abrazos de esa mar, definitivamente se fundía con ella en un abrazo infinito.
–Al final te lo llevaste maldita-, pensaba, -lo conseguiste para ti y para siempre-...-Me ganaste la partida.-
Y el tiempo fue pasando lento y dolorosamente. Su vida diaria y sobre todo sus hijos fueron encargándose de que esos tristes recuerdos fueran disipándose como humo de chimenea. Que las amargas despedidas, el sinvivir y los miedos fueran encerrándose para siempre en el cajón del olvido...Se sentía liberada...liberada de una cadena forjada con eslabones de angustias y esperas. Y al fin...el negro dio paso al azul y dejo de odiar a esa mar, no se puede odiar eternamente algo tan bello, tan inmensamente bello, por mucho daño y dolor que te causara. Volvía a contemplar con la misma serenidad de antes esas bellas puestas de sol donde la luz se fundía en abrazos de colores con esa mar. Le gustaba bajarse a la playa y dejarse acariciar por el agua, pues sentía las caricias de el, le gustaba tumbarse en la arena y oír su murmullo, pues oía la voz susurrante de el, y le gustaba sentir su brisa pues sentía el aliento fresco de el en ella...
Pero lo que mas le gustaba era escribir un -¡Te quiero!- en la arena, en la orilla...donde la mar se lo pudiera llevar muy, muy lejos...haciendo realidad aquel verso de García Lorca, que a el tanto le gustaba....

-Aunque en el mar, mi amante cuerpo este..
-Escríbele al mar, y yo te escribiré.


Fredo
Publicado en Sextante el 20 de Abril del 2007

12 tripulantes tienen algo que decirte...:

Raimunda dijo...

Bello relato, como todos los que escribes , Capitán. Me alegro de que lo hayas recuperado para el nuevo garito.
El mío ya está listo también, pásese usted cuando quiera, que será bien recibido.
Muchos besos, ahora desde un nuevo hogar, también a la orilla del mar, esa gran amante suya.

Anónimo dijo...

Este relato ya me hizo saltar alguna lagrimilla cuando lo leí por primera vez...
Es que no se puede escribir cosas así, hombre!!
Un beso salado de lágrimas de mar...

Anónimo dijo...

Bello...de verdad...sublime ...evocador. Preso de vida y realidad...he visto claro...muy claro...aunque sepa que el bello poetico final...gracias al azar no termino tan mal...
Lo he disfrutado muchisimo Capitan---¿HA PENSADO ALGUNA VEZ EN PUBLICAR?...tienes alma del que observa...y tiene tiempo para pensar...me encantan sus palabras son inmensas y ricas como su mar.

Un beso and saludete.

Josune

Tesa dijo...

No sé si es la temperatura fresca que hace hoy o tu relato, pero se me ha puesto la piel de gallina.
A esa incertidumbre hasta que tu hombre vuelve, no creo que ninguna mujer se acostumbre.
Besos, Capi.

VILASMALT dijo...

Impresionante y desgarrador.Es el tipo de relato que deberían leer los antidisturbios del otro día en la huelga de pescadores, que jugarse la vida en la mar cada vezvale menos. Saludos desde Bcn.

amelia dijo...

si la primera vez que lo lei, me encanto, esta vez, vuelve a tener otro significado y cada palabra es mas bella aun que la anterior, puede parecer esto peloteo, pero sabe vuesa merced que no soy de esas que echan flores para halagar, es lo mas bonito y romantico que he leido desde hace años, de verdad qeu es muy bueno, pero no importa si es bueno o no, lo que importa es lo que dice, y esta vez, estimado capitan, usted escribio con el corazón, amelia

Anónimo dijo...

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Fet dijo...

Una historia que podrían adoptar como propia demasiadas personas.
Magnífico relato, para variar. ;-)

Anónimo dijo...

Preciosa historia, no sabía nada de ese poema de García Lorca.Yo pensaba que los pescadores tenían sueldos más altos después de tantos riesgos, esas distancias tan duras que mutilan sus vidas...Vi un reportaje hace algún tiempo y resulta que ese trabajo con grandes costes emocionales y en muchos casos físicos son remunerados con sueldos "normalitos".

Anónimo dijo...

Tuve que releerlo dos veces... y vinieron a mi cabeza los nombres de algunas esposas de marineros conocidos, con niños pequeños, que vivien pendientes del teléfono y de los partes meteorológicos. Gracias a esta hermosa descripción las comprendo mejor que ayer.
Hermosas palabras, y hermosos sentimientos.
Luisa

Anónimo dijo...

Yo soy marino, y al leer este relato, he sentido como un golpe de frio viento, que me ha despertado de esta esta vida de tierra, trayéndome recuerdos y sentimientos que estaban casi apagados en memoria.
Gracias por tu relato.

Anónimo dijo...

Yo soy marino, y al leer este relato he sentido como un frio viento, que ha despertado en mi, esos sentimientos que habían quedado fondeados en mi memoria , en esta vida en tierra.
Gracias por recordarmelos

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