No da para mas



Hay amaneceres que te despiertas insomne, te sientas delante del ordenador... clap, clap, clap, y el texto sale solo. Tus pensamientos, reflexiones o imágenes se transmiten desde tu cerebro hasta tus dedos de forma automática e inconsciente, como un fluido que por gravedad busca su punto mas bajo. Otras veces simplemente te dedicas a transcribir y embellecer notas rápidas en una servilleta de papel, un espacio en blanco de un diario o el dorso de un recibo de banco, que te sirvieron en su momento de soporte para dibujar con palabras ese mundo que observas curioso a tu alrededor y que después te ayudara a elaborar un texto. Pero las mas, son aquellas en las que te sientas delante del ordenador con tu café humeante, enciendes un cigarrillo, y esa conexión entre tu cerebro y tus dedos se cortocircuita incesantemente, rotulando una y otra vez palabras desnudas, escritas con la absurda esperanza de que ellas solas cobren sentido en la fina hoja del plasma.
Mas tarde cuando relees lo escrito, te das cuenta que no hay nada en el por lo que merezca la pena que se enfríe el café, o que la incandescente brasa del cigarrillo deje de dibujar sinuantes volutas azules en el cenit de tu espíritu haciendo que todo lo que lees sea incluso mas mediocre que tu propio cadáver.
Hay formulas para escribir en cualquier tipo de estilo, hasta hay incluso manuales para escribirle cartas de amor a tu chica con una escritura ejemplar y automática, aunque estas arrastren en su lectura el soniquete de algo que lo mismo sirve para camelar a tu futura, que para encargar tornillos en una ferretería. Pero cualquier método o sistema es baldío si en tu cabeza no alumbra esa serena y reacia luz desigual, casi intestina, que cambia tu efervescente mirada del amanecer, en esos dulces y atónitos ojos glaucos del escéptico soñador insomne.
En la, a veces difícil tarea de convertir esa luz en literatura tiene mucho que ver la habilidad de cada cual para estirar la tinta sobre el papel. Esta se convierte en una mancha y sólo si se acierta a estilizarla surge el fluido del texto en cuya depuración sobreviene de tarde en tarde la magia de transmitir. ¿No es acaso la perfumada coloración homogénea de la cara de una mujer el resultado de haber sabido extender con las yemas de los dedos sobre su rostro lo que no eran más que cuatro pequeñas manchas de maquillaje en la nariz, en la frente y en los pómulos?

Y como por lo que se ve, hoy es un dia de esos. Aprovechare la sanguínea luz de este amanecer para leer lo que pueda de las muy buenas plumas amadrinadas a este blog, dejando que la Génova de mi imaginación sea acariciada por otros vientos distintos y mas calidos que las gélidas brisas atlánticas a las que esta acostumbrada a capear su trapo y a enfrentar su rostro.
De paso también saludar a todo aquel que se asome a este pequeño cuarto de derrota y lea curioso las páginas de su cuaderno de Bitácora. No da para mas esta breve estancia en tierra con motivo de una reparación, pues en apenas unas horas este que suscribe volverá a dejar por estribor la roja de la escollera poniendo rumbo a los atardeceres, y dejando una blanca estela de recuerdos sobre ese manto azul y liquido de la dueña de nuestra alma marinera. Y como reflejara el Diario de Navegación al acabar esta singladura: “Una vez libre de puntas, ponemos rumbo de oesnoroeste hacia los caladeros de pesca”.
Eso si... no sin antes haber dicho aquello de… ¡Arriad cabos chavales y que nuestra señora nos acompañe!... ¿Curiosa frase para un escéptico religioso, verdad?
Un saludiño.

Fredo
En Vigo a 10 de Abril del 2008


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2 tripulantes tienen algo que decirte...:

Tesa dijo...

Había leído este texto tuyo en el space. Me encantó. Es pura paradoja, aquello de que resulta un texto brillante, en la queja de que la inspiración no llega.
Besiños? besucos? bicos

Nano dijo...

Joder Capi, con tu falta de inspiración, ya la quisiera yo para mí.
Un abrazo y continuo leyendo el capitulo II,
nos vemos mas tarde.

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